Francisco del Pozo ha cambiado su rutina. De trabajar y preparar el camión para competir a compaginar su profesión con fumigar Loyozuela, su pueblo, para evitar que sus vecinos se contagien con el coronavirus.

Lozoyuela es un pueblo tranquilo, pero estos días, el estruendo de un camión de carreras sorprende a los vecinos mientras recorre sus calles repartiendo solidaridad. Francisco del Pozo es piloto del Pegaso 2223, un camión apodado ‘el abuelo’. Junto a su copiloto Daniel Cesteros disfruta de la competición tanto a nivel local como nacional, siendo la Baja de Aragón su gran objetivo año tras año. Pero ahora, la competición es bien distinta: luchar contra el coronavirus a golpe de camión.
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Lozoyuela, el pueblo de toda la vida de Francisco, es el lugar donde el Pegaso 2223 ha desplegado todo su potencial como vehículo higienizante, ayudando al ejército y autoridades locales a desinfectar la localidad día tras día. Con un depósito de alrededor de 1.000 litros ubicados en la caja del camión y dos mangueras, está saneando los puntos más concurridos: cajeros, paradas de bus, farmacias, residencias de ancianos,... Todo para hacer una pequeña aportación a su gente.

Una idea que nació mientras Francisco repasaba su muro de Facebook. “Estaba en casa y vi que el ayuntamiento estaba desinfectando el pueblo. En las fotos, vi que iban a pie, con grandes mochilas. Entonces pensé: si esto se puede hacer con mi camión, quizá terminamos antes”, cuenta Francisco, con el que conversamos por vía telefónica.
Tras la aprobación del alcalde, Francisco se puso manos a la obra. “Esto sucedió un sábado y el lunes ya estábamos saneando”, afirma. El domingo no fue precisamente para descansar: fue necesario retirar todas las herramientas y repuestos del camión para ubicar el depósito con el que sanea el pueblo casi a diario.

Un depósito que, por cierto, ha preparado él personalmente para la tarea. “Coloqué tomas de salida hacia las bombas y de ahí a las mangueras, a las que les he podido unir un pulverizador”, nos cuenta con orgullo este piloto. Una medida inicial que se ha ido complementando con nuevas invenciones: “Ahora tenemos una tubería con difusores en la parte trasera para desinfectar mientras conducimos y así no tener que bajar del camión continuamente”.
Un trabajo de preparación y desinfección totalmente solidario que compagina con su trabajo habitual, en mantenimiento y conservación de carreteras. Debido a ello, últimamente no duerme mucho. “El otro día terminé de trabajar a las 8.30 de la mañana y me fui directo a fumigar, así hasta la noche”, relata. “¿Voy a dormir? Ya dormiré cuando se pueda, ahora hay que arrimar el hombro… eso sí, cuando me tumbo en la cama, acabo rendido”.

Un trabajo con el que se ha ganado el reconocimiento de los vecinos. “Vas con el camión y la gente te aplaude, te da las gracias e incluso algún vecino te saca unas bebidas o unas patatas fritas”, afirma con cierto rubor. La situación no es fácil y Lozoyuela tiene un aspecto desolador debido al confinamiento, como tantos municipios españoles. “Da un poco de bajón ir por el pueblo y no ver a nadie, pero tengo la felicidad de poder ayudar a mi gente”.
Una tarea que hace sin miedo, aunque sabe que está “más expuesto que el resto”. “No pienso sobre ello, solo quiero ayudar y terminar con esto”, dice Francisco. Un héroe local que ha trasladado su amor por el motor hacia una labor solidaria y ayudar a sus vecinos.

Una vez acabe esto, a pensar en la Baja de Aragón, en caso de que se llegue a celebrar. "Es en julio pero no sabemos que va a pasar con ella y además, en caso de celebrarse tendremos que ir a ciegas, sin entrenar. Al fin y al cabo, las pruebas de tierra en Madrid nos sirven como test y se han suspendido". Desde Auto10 le deseamos a Francisco mucha suerte con su labor solidaria y, por supuesto, en la Baja de Aragón si finalmente no se cancela.