En tiempos los grandes mandatarios exhibían sus coches: Kennedy y su Lincoln, De Gaulle y su Citroën DS. Ahora tengo la sensación de que ya no es así. No sé si esta pregunta es para ti, Ramón, pero a lo mejor tú sabes el motivo.
( Jaén )Para colmo, aun encima muchos políticos acuñan sofismas del tipo: velocidad igual a accidentes, automóvil igual a contaminación y así sucesivamente, callándose que el automóvil es la principal de nuestras exportaciones y el origen de la nómina de una enorme parte de los trabajadores de este país, octavo fabricante mundial de automóviles.
Hay excepciones, escasas excepciones, como las de ese buen ministro que fue Miguel Arias Cañete, quien sí ama los automóviles y preside la Fundación Cultural del RACE.

Ello no obsta que a De Gaulle le salvara la vida la excelente seguridad activa del excelente Citroen DS 19, ni que fuese un Dodge 3700 GT el que llevase hasta la muerte a Herrero Tejedor y a Carrero Blanco, ni tampoco a que los Lincoln sean los coches más usuales entre los sucesores del presidente Abrahan Lincoln.
No podemos olvidar la importante repercusión que tuvo el atentado contra Aznar en abril de 1995, atentado del que Aznar salvó la vida porque viajaba en un sólido y bien construido Audi V 8-4.2 blindado, lo que, en caso contrario –para bien o para mal– hubiera variado nuestra historia reciente, cada vez más llena de “Audis” A 8 con políticos dentro.
Foto principal por Kaz Andrew.