Fiat 500 vs Seat 600

Patricio, el 500 en Italia sustituía al Topolino que se vendía desde junio de 1936 y era un coche y un microcoche al mismo tiempo y, además, en un país de mayor nivel de vida que el nuestro, como Italia, también podía ser un segundo coche, todo lo cual explicó su éxito.

La fabricación del 500 en España no se estimó, pues como coche utilitario era escaso por habitabilidad y por potencia y como segundo coche no tenía mercado en la España de los 50 y los 60, de modo que sólo venía importado, costando más del doble que un Seat 600, y sólo lo compraba gente que valoraba, y pagaba, sus dotes ciudadanas que permitían salir a la carretera de entonces, por ejemplo gente como Fabiola de Mora antes de ser reina de Bélgica, que tenía uno.



El caso del 600 era distinto. En Italia era un coche familiar mínimo, la evolución lógica en “más coche” para los que habían tenido un Topolino. Aquí, con un nivel de vida inferior, era la menor dosis posible de coche – no de microcoche – que aceptaba el español de entonces. Era un “Seita”, un coche pequeño excelente y fiable; era un coche con todas las de la ley y no algo ridículo, como era para algunos algún microcoche.