Los fabricantes de neumáticos realizan grandes inversiones para fabricar neumáticos cada vez mejores. Michelin, por ejemplo, invierte anualmente más de 640 millones de euros en I+D –un departamento que cuenta con 6.600 especialistas–, realiza unas 75.000 pruebas reales con conductores en todo el mundo, se utilizan más de 400 útiles de simulación para todo tipo de ensayos, y se realizan encuestas a más de 11.000 compradores.
Fruto de esas inversiones y pruebas, así como de los datos externos que Michelin recibe de colaboradores y socios como el Instituto de Investigación de Accidentes de la Universidad Técnica de Dresde –VUFO–, de la Federación Internacional del Automóvil –FIA– o de clubes de automovilistas como el ADAC, la marca francesa ha desarrollado una estrategia de diseño para sus neumáticos basada en la utilización de tecnología e innovación para ofrecer todas las características que necesita cada tipo de conductor en un único neumático y sin ningún tipo de compromiso.
Lo llaman Michelin Total Performance, y se trata de combinar duración con agarre, confort con deportividad, rendimiento con bajo consumo... o todas las cualidades que necesita cada conductor en un único neumático específico para cada uso.
Michelin Road Usage Lab: un laboratorio de conducción real
Ahora, y con la idea de seguir avanzando en esta estrategia de "el neumático Total Performance", Michelin pone en marcha un proyecto pionero, el Michelin Road Usage Lab. Se trata de una especie de laboratorio de conducción a gran escala que recopila datos reales sobre el uso del vehículo en carretera para analizar la forma en la que los conductores utilizan sus coches en el día a día, con el objetivo de conseguir información detallada que ayude a identificar mejor cuál es el neumático adecuado para cada uso, lo que ayudará a fabricar neumáticos con mejores prestaciones y que respondan mejor a las necesidades reales de los usuarios.
El Road Usage Lab de Michelin, que se puso en marcha el pasado mes de septiembre, tendrá una duración de tres años, durante los cuales se recogerá y analizará la información sobre hábitos de conducción y uso de 3.000 vehículos de cinco países europeos, España, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Los vehículos –400 de ellos en España– seleccionados pertenecen a un amplio grupo de conductores, desde particulares a flotas o personal de empresa.
La toma de datos se realiza mediante la instalación de un pequeño dispositivo que incluye un acelerómetro, un receptor GPS y un módulo de comunicación con una tarjeta SIM, conectado a la toma OBD del vehículo. Salvo la conexión del dispositivo al vehículo, todo el proceso es completamente automático, y los datos –entre los que se incluyen kilómetros recorridos, velocidad, aceleraciones o frenada– se transmiten de forma automática vía GSM a un centro de procesamiento donde se analizan de forma anónima y confidencial, cruzándolos con sobre la meteorología o el tipo de carretera. Los resultados de este análisis permitirán determinar con mayor precisión las necesidades de cada tipo de conductor, para desarrollar los mejores neumáticos en cada caso.
Primeros datos: conducción en invierno
Los primeros resultados del laboratorio de investigación Road Usage Lab de Michelin ya han dado fruto con un interesante informe sobre conducción en invierno que analizaremos de forma más detallada.
De momento, avanzamos algunas de sus interesantes conclusiones, que demuestran lo importante que resultan las percepciones del conductor también para un fabricante de neumáticos. Por ejemplo, la mayoría de los conductores creen que la nieve y el hielo son los mayores peligros en invierno, mientras que las estadísticas demuestran que el 92 por ciento de los accidentes en invierno no tienen relación con la nieve ni el hielo, y que más de nueve de cada diez accidentes se producen en carreteras secas, húmedas u oscuras, pero no en vías nevadas o heladas.
Igualmente, el estudio revela que en invierno casi nueve de cada diez accidentes ocurren en tramos rectos, y la mayoría de ellos –el 68 por ciento– en zonas urbanas. La utilización de neumáticos de invierno cuando bajan las temperaturas cobra por tanto especial importancia, sobre todo teniendo en cuenta que en una carretera mojada, circulando a 80 km/h, un vehículo con neumáticos de invierno necesita 4 metros menos para frenar que si va calzado con neumáticos de verano. Y esa distancia se multiplica por cinco si se frena a 30 km/h sobre hielo.