Veraneo en Seiscientos

Las nuevas generaciones no pueden imaginar lo que era salir vacaciones en coche en julio o agosto, con toda la familia, en los años sesenta. Un martirio de horas, calor y apreturas... pero también una libertad infinita.

Cuando no existían la ergonomía, el climatizador, el equipo de sonido o la tablet también se salía de vacaciones en coche. ¡Y con qué ganas! En los años sesenta la popularización del automóvil -especialmente con la llegada del Renault 4 y del SEAT 600- permitió a las familias españolas liberarse completamente. Atrás quedaba el yugo de los horarios de los lentos ferrocarriles y de los destartalados "Coches de Línea", únicos medios de transporte válidos para irse de "veraneo" hasta la fecha.

En la década de los sesenta, una familia con utilitario podía enfrentarse a cualquier cosa: no había límites, ¡hasta el mar o la montaña!. Eso sí, el tiempo era otra cosa, porque las carreteras hacían los kilómetros muy, muy largos.

verano Seat 600

Una revisión previa

Decidido el destino -a veces distante de 600 Km- el "paterfamilias" llevaba el coche a revisión al mecánico de confianza, que generalmente hacía sus chapuzas en un descampado. Cambio de aceite, comprobación de zapatas de freno y estado de neumáticos, cambio -obligado- de correa del ventilador y de algún manguito cuarteado.

Convenía llevar siempre un juego completo por si reventaba alguno, porque la refrigeración del motor era clave en un viaje cargados y en pleno verano. Se abría una trampilla en el suelo (los 600 tenían "reglajes" como los coches de carreras...) y se comprobaba el agua del radiador.

verano Seat 600

Como no estaba permitido llevar el capó trasero abierto (como los Abarth), había un invento que consistía en una bisagras que se articulaban, dejando un par de dedos de hueco para que circulara el aire proveniente del techo. Curioso sistema -que funcionaba- aunque en el 600, el aire fresco venía del suelo y se expulsaba caliente a través del capó, no al revés.

La baca, elemento esencial

El equipaje -para un mes y cuatro personas o más- se hacía a conciencia. Se aprovechaban todos los huecos posibles: en el exiguo capó delantero, detrás y debajo de los asientos... Y, sobre todo, en la baca. En aquellos tiempos era raro el 600 que no llevara una. Había de muchos tipos, pero las baratas añadían silbidos y ruidos aerodinámicos de todo tipo una vez en marcha.

verano Seat 600

Colocar los bultos en la baca lleva tiempo, más precisión que el Tetris y buenos brazos para subir las maletas encima del coche. Con todo situado, convenía envolverlos con una lona impermeable y empezar a colocar los "pulpos" para que todo aquello no saliera despedido en la primera curva.

Un viaje interminable

Con todos a bordo podía comenzar el interminable viaje a pleno sol y con sólo dos ventanillas delanteras operativas... que en muchos casos convenía cerrar para evitar las oleadas de calor y gasoil de los camiones o los insectos que entraban constantemente. ¡Cuántos accidentes habrán costado las avispas, que causaban el terror en el pequeño habitáculo! ¡Qué envidia los coches que tenían "triángulo" delantero para dirigir el aire hacia dentro... aunque a los bichos también.

verano Seat 600

Los treinta y pocos caballos del motor debían propulsar al 600 con 400 o 500 Kg extra. En llano se rozaban los 90 Km/h, pero cuando llegaban las cuestas no lo quiero recordar... En carretera comarcal con curvas -de las de antes- no se superaban los 40 Km/h de media y eso yendo a todo lo que daba.

Calor, calor y aburrimiento

Pero lo peor era el calor y el aburrimiento. Imposible leer con tanto traqueteo... Y el inevitable mareo. Había que conducir con un ojo puesto en la luz de la temperatura y otro en el indicador de gasolina.

verano Seat 600

No había tantas estaciones de servicio como ahora. Sencillamente, fuera de las Carreteras Generales, casi no existían más que algunos postes de gasolina perdidos en algún pueblo. Era imprescindible contar con un buen mapa  de carreteras -Michelin o Firestone- que los indicara y seguirlos para no perderse en los cruces.

Dentro del 600 era un horno. El conductor solía hacer uso de algún accesorio que mantuviese su espalda separada del respaldo del asiento. Toallas, esterillas... todo valía para alejarse del plástico. Sin aire acondicionado era obligatorio detenerse cada dos o tres horas en el primer sombrajo disponible, especialmente si había una fuente o un bar. Una Mirinda fresquita y una lavada de cara hacían maravillas, mientras el motor se enfriaba un poco con el capó abierto.

verano Seat 600

Restaurante o picnic

Si tocaba la hora de comer había opciones para todos los bolsillos: menú turístico en un restaurante de carretera o "picnic" en una arboleda, con su tartera, su termo y sus hormigas...

En este plan se recorrían 300, 500 o 600 Km hasta llegar al punto de destino. Eran horas -a veces se hacía en un par de jornadas- pero se llegaba hasta la misma puerta. Y luego había coche para las excursiones. Algo que ni el tren ni el autobús permitían.

verano Seat 600

Fueron los años de la libertad de movimiento, de la autonomía total, que lanzaron a las carreteras a miles de familias españolas gracias al "utilitario".

Fotos Veraneo en Seiscientos

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Comentarios Veraneo en Seiscientos

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    Avatar de Leopoldo José.
    Leopoldo José 13/01/2021 02:35:17

    Mi madre tenía un 600 n M315067 de color gris, en el verano salíamos de Madrid con dirección Almería, mi padre tenía un 1500 blanco y con un amigo nos sacaba de Madrid y conducía hasta Aranjuez llenaba el depósito revisaba manguitos y demás y se volvía con su amigo en el 1500 y nos dejaba a mis dos hermanas mayores que yo y a mi madre al volante...Los primero kilómetros los hacía en "tercera" velocidad y cuando comenzaban las extensas y rectilíneas carreteras de La Mancha nos decía con voz quebrada "voy a poner la directa". El viaje continuaba hasta llegar al camping de Totana, donde hacíamos noche siempre que llegáramos antes de que se hiciera de noche, ya que a mi madre le daba miedo conducir de noche...así que estaba calculado para llegar con luz suficiente...A la mañana siguiente a eso de las 7 nos embutíamos en el coche y continuábamos camino de Almería. No he comentado que además del pasaje ya enumerado, también llevábamos a un hermoso macho de raza bóxer, así que en los desiertos de tabernas no teníamos más remedio que hacer varias paradas...Rio de aguas, Tabernas, incluso alguna vez nos desviábamos a Mojacar donde comíamos. Fueron los mejores años de mi vida y ese 600 siempre estará en mi memoria. Espero no haberos aburrido...Saludos

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