Los sensores se han convertido no sólo en los ojos del automóvil, sino en la llave para que funcionen cientos de sistemas cada vez más digitalizadas

Un microchip es la unidad mínima que compone un vehículo. Transformado a sensor, se han convertido en la verdadera revolución en el automóvil moderno. Casi toda la tecnología que hoy conocemos y nos ayuda en el día a día está supeditada a ellos porque desempeñan un papel esencial en la conducción autónoma, la seguridad, la conectividad o el confort.
Entre los diversos tipos de sensores utilizados en los automóviles destacan las cámaras, los radares y el LiDAR. Cada uno de estos tiene sus propias características y ventajas, contribuyendo a la percepción del entorno del vehículo, e incluso, mediante complejo software, a predecir acciones que el automóvil puede realizar por cuenta propia. Las cámaras, por ejemplo, representan una extensión tecnológica de la visión humana. Capturan imágenes del entorno lo cual permite al vehículo detectar y reconocer objetos, peatones, señales de tráfico y otros elementos relevantes para la conducción segura. Estas imágenes son procesadas por algoritmos avanzados que analizan y extraen información crucial para funciones como el mantenimiento de carril, la advertencia de colisión y la asistencia en la conducción.
Por otro lado, los radares utilizan ondas electromagnéticas para medir la distancia y la velocidad de los objetos en el entorno del vehículo. A diferencia de las cámaras, son además menos vulnerables ante condiciones climáticas adversas y pueden detectar objetos no metálicos, lo que los hace especialmente útiles en situaciones donde la visibilidad es limitada o comprometida. El LiDAR, basado en la emisión y detección de pulsos láser, ofrece una precisión excepcional en la percepción del entorno tridimensional. Con la capacidad de medir distancias con una precisión milimétrica y crear mapas detallados del entorno, el LiDAR es fundamental para la conducción autónoma de nivel más avanzado.
Los sensores también están siendo cada vez más utilizados dentro del habitáculo del vehículo. La tecnología de reconocimiento de gestos, por ejemplo, permite a los conductores y pasajeros interactuar de manera intuitiva con los sistemas de información y entretenimiento, sin necesidad de utilizar controles físicos, mejorando la comodidad, pero a su vez, minimizando las distracciones del conductor. Por su capacidad para detectar el más mínimo movimiento y distinguir entre los diferentes ocupantes del vehículo, son particularmente útiles para aplicaciones en el habitáculo. Desde el ajuste automático del despliegue del airbag hasta el monitoreo de la salud del conductor, estos dispositivos están permitiendo una nueva generación de sistemas de seguridad y confort.
Luces que no sólo iluminan
Hasta hace no mucho, las luces servían para ver y ser vistos. La iluminación con tecnología led supuso un avance incluso mayor que el xenón respecto a la bombilla halógena, mientras que la iluminación con tecnología láser proporcionó alcances impensables. El led se ha impuesto por su relación entre coste y eficacia, la capacidad que tienen los fabricantes para diseñar los faros y grupos ópticos de sus coches dando mayor libertad de formas. Son versátiles en canto a potencia de luz y capacidad para poder enmascarar su haz de luz y modificar el contorno luminoso acorde al tráfico real o situación de la vía, pero hay fabricantes que están aplicando nuevas aplicaciones a tecnología de iluminación. Audi, por ejemplo, acaba de estrenar las luces con la primera firma digital activa del mundo, así como luces OLED de segunda generación para los pilotos traseros que capaces de advertir al entorno de eventuales riesgos.

Tecnológicamente, las luces digitales activas son un golpe maestro para avanzar en el futuro. En el caso de las luces traseras del nuevo Audi Q6 e-tron, por ejemplo, un módulo de software genera una nueva imagen de la firma de luz digital activa cada diez milisegundos utilizando un algoritmo especialmente desarrollado que controla los 360 segmentos en los que se dividen los seis paneles luminosos de cada grupo óptico. Generan las habituales funciones luminosas, pero añaden luces de comunicación mediante gráficos que se advierten fácilmente como situación de riesgo o peligrosa que pueden contribuir a aumentar la seguridad vial al advertir a otros usuarios de la carretera sobre de accidentes y averías, compartiendo además datos en la red. Este avance se complementa con luces delanteras con firma luminosa activa gracias a doce segmentos de led que se atenúan o encienden para dibujando patrones concretos y que, además, el cliente puede personalizar adquiriendo desde la tiende virtual de la marca diseños diferentes.
De conducir a ser transportados
La conducción autónoma se presenta como una de las innovaciones más disruptivas de nuestra época, con el potencial de transformar radicalmente la forma en que nos desplazamos. Este avance tecnológico, impulsado por la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y una variedad de sensores avanzados, promete ofrecer una experiencia de conducción sin la intervención humana, lo que podría mejorar la eficiencia del transporte, aumentar la seguridad vial y fomentar la sostenibilidad.

Sin embargo, alcanzar la completa autonomía vehicular implica superar una serie de desafíos tecnológicos y regulatorios. Estos desafíos incluyen la implementación de regulaciones adecuadas, la garantía de la seguridad cibernética y la integración de vehículos autónomos con los conductores humanos y el tráfico existente.
Algunos puntos clave a tener en cuenta son:
- Los niveles de autonomía vehicular varían desde el nivel 0 hasta el nivel 5, con el objetivo de lograr una independencia total del conductor humano.
- La seguridad vial es una de las principales ventajas prometidas por la tecnología de conducción autónoma, ya que busca reducir los accidentes causados por errores humanos.
- La inteligencia artificial y el aprendizaje automático son fundamentales en el desarrollo de sistemas de conducción autónoma inteligentes y adaptativos.
- Los sensores avanzados, como el LiDAR, son cruciales para la percepción del entorno y la navegación segura de los vehículos autónomos.
- Desafíos como la regulación, la seguridad cibernética y la integración con el tráfico existente deben abordarse para avanzar hacia una adopción más amplia.
- Los vehículos autónomos tienen un potencial considerable para mejorar la sostenibilidad ambiental a través de la optimización de rutas y la reducción de emisiones.
El desarrollo de vehículos autónomos también está impulsado por importantes actores de la industria, como Tesla, Waymo y Uber, quienes están liderando los avances tecnológicos y las pruebas en la vía pública de sus vehículos autónomos, pero si algo parece estar demostrado es que el coche autónomo se entiende mucho mejor en un escenario en el que todos compartan tecnologías equivalentes, así que el desafío no parece que pueda alcanzar de momento carácter global, sino por regiones o, incluso, por tipos de vías previamente catalogadas para que el coche autónomo libere pueda liberar todas sus capacidades cuando circulamos exclusivamente en ellas, como es el caso del sistema BlueCruise de Ford.
De coche conectado a coche inteligente
En la evolución del automóvil, dos conceptos han ido ganando terreno: el coche conectado y el coche inteligente. A menudo se confunden, pero sus diferencias son notables y es importante comprenderlas para entender cómo está cambiando nuestra experiencia al volante, especialmente con la integración cada vez mayor de los smartphones en los vehículos.
El coche conectado ha existido en diversas formas durante décadas, desde los primeros teléfonos integrados en los automóviles en los años 80 hasta los ordenadores empotrados en los vehículos que surgieron en la misma época. Hoy en día, el concepto ha evolucionado gracias al uso de Internet para obtener datos de tráfico, realizar llamadas o reproducir música durante la conducción.

El futuro del coche conectado se centra en facilitar la comunicación entre vehículos a través de tecnologías como V2C, V2V y V2X, aprovechando conexiones inalámbricas de alta velocidad como el 5G para crear una red vial conectada que mejore la seguridad y la responsabilidad al volante.
A menudo, se confunde la capacidad de un dispositivo para conectarse a Internet con su inteligencia. En el caso del automóvil, esta distinción es crucial. El vehículo inteligente es capaz de tomar decisiones por sí mismo, desde el análisis del estado del vehículo hasta la asistencia durante la conducción e incluso la conducción autónoma.
Ambas tecnologías dependen del acceso a datos e información a través de conexiones inalámbricas y aplicaciones diversas. Sin embargo, la diferencia radica en el papel del conductor y en la toma de decisiones. En el coche conectado, el conductor sigue siendo el eje central, mientras que en el coche inteligente, el vehículo asume parte de esa responsabilidad.

Por su parte, la integración del smartphone en el vehículo es una tendencia creciente que combina elementos del coche conectado y el coche inteligente. Con la ayuda de un Smartphone de última generación, es posible convertir cualquier automóvil corriente en un vehículo conectado, ofreciendo servicios como la localización GPS, asistencia en carretera y acceso a Internet desde dentro del vehículo.
El siguiente reto es integrar la realidad aumentada junto con la inteligencia artificial en el vehículo, un avance que proporcionará también una nueva visión espacial del habitáculo ya que se podrán diseñar bajo nuevas reglas, sin necesidad de tener un salpicadero convencional, cuadro de mandos o pantallas, supliendo incluso estas por gafas de realidad aumenta que “diseñan” diferentes escenarios incluso para cada usuario del vehículo generando contenido virtual en el entorno, como ha ha dejado ver Audi con su nueva tecnología Audi Dimension. Lo que está claro es que el automóvil del futuro, por fin, puede ser diferente a cómo lo conocemos en la actualidad.
Fuentes de información
www.recambioscoche.es habló sobre el relé de intermitentes en el auto