La niebla puede aparecer de forma imprevista complicándonos la conducción y poniendo en riesgo nuestra seguridad. A no ser que tengas en cuenta nuestros consejos.

La niebla, es un fenómeno meteorológico que se forma cuando las nubes se sitúan tan bajas que se pueden ver a nivel del suelo. Estas nubes, están formadas por pequeñas partículas de agua que quedan flotando en suspensión y cuando se enfrían, se condensan.
La niebla no es exclusiva del otoño o del invierno, aunque sí es más común en estas dos estaciones. Puede presentarse de forma imprevisible –sobre todo en zonas como los valles-, hasta hacer prácticamente impracticable la carretera por la que vamos circulando por disminuir al mínimo la visibilidad.
Aunque hay que distinguir entre niebla normal y niebla espesa, dependiendo del rango de distancia que nos permita ver con más o menos claridad. Entre 200 metros y un kilómetro lo consideramos niebla y en los casos en lo que no podamos ver a menos de 200 metros, estaremos hablando de niebla espesa.
Ante cualquiera de estos tipos de niebla, hay una máxima general que deberás grabarte en mente: “disminuir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad”. Pero no es el único consejo que deberías tener en cuenta.

Consejos para conducir con niebla
Sea del tipo que sea, la niebla humedece la carretera, por lo que dificulta las condiciones de agarre de los neumáticos. Por esto, nuestro primero consejo para conducir con seguridad con niebla es tener los neumáticos en perfecto estado. El dibujo debe estar en buenas condiciones y la profundidad no debe ser inferior a los 1,6 mm.
- Mantén a punto tus frenos: el líquido debe estar a nivel y a nivel mecánico deben funcionar correctamente. Si al frenar con tu coche habitualmente oyes un sonido metálico, es el momento de cambiarlos.
- Además de reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad respecto a condiciones normales de circulación como ya hemos dicho, con niebla deberás conducir con suavidad: ni cambies de dirección ni frenes bruscamente.
- Revisa el sistema de ventilación y el aire acondicionado, porque de seguro tendrás que echar mano de ellos para desempañar los cristales en los días de niebla, ya que habrá diferencias notables entre la temperatura exterior e interior.

Uso correcto de las luces antiniebla
Las luces antiniebla sólo deben usarse para ver y ser vistos en condiciones de baja visibilidad. Según el Reglamento de Tráfico, además de con niebla, las luces antiniebla sólo se podrán utilizar en caso lluvia muy intensa, tormenta, fuerte nevada o nube de polvo.
En cuanto a las luces delanteras, habría que encenderlas al entrar en un banco de niebla espeso, junto con las luces de cruce. Nunca enciendas las luces largas en estos casos, porque su efecto será el contrario al que esperas: la luz rebotará en la niebla y te deslumbrará. Si la niebla no es muy espesa, la lluvia no muy fuerte, o caen pocos copos de nieve, las luces de cruce serán suficientes.
En cuanto a la luz antiniebla trasera (o luces, si son dos), sólo puede usarse cuando las condiciones meteorológicas o ambientales sean “especialmente desfavorables” según el Reglamento. Es decir, con niebla espesa, lluvia muy intensa, fuerte nevada o nubes densas de polvo o humo.
Recuerda que si usas las luces antiniebla en otras circunstancias, puede ser la causa de una multa de 200 euros. Además las luces antiniebla delanteras son muy brillantes y sirven primordialmente para ver lo que tenemos inmediatamente delante, pero puede deslumbrar a otros conductores cuando ya no hay niebla y no nos servirán para ver correctamente ni a media distancia.