A través de las diferentes fases por las que pasa un neumático, en Michelin se han propuesto reducir su impacto medioambiental. El 2050 es un año clave.

En el centro mundial de Investigación y Desarrollo del Grupo Michelin en Clermont-Ferrand (Francia), la marca de neumáticos desveló sus planes de futuro para toda su gama de compuestos. El objetivo principal es acercarse progresivamente hacia un resultado 100 % sostenible, desde su fabricación hasta el final de su vida útil.
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Como si siguiéramos el camino de un neumático, vamos a explicar la nueva estrategia de Michelin paso a paso. Por tanto deberíamos empezar en la fase de diseño. Desde hace unos años los ingenieros del fabricante francés están incorporando cada vez más materiales de origen natural o reciclado, como podría ser el caucho, las resinas u otros plásticos. El objetivo ahora, para el que colaboran con otras empresas, laboratorios o universidades, es que en 2030 los neumáticos a la venta tengan una media del 40 % de materiales sostenibles, con el fin de alcanzar el 100 % en 2050.

El segundo paso nos lleva al proceso de fabricación. Desde Michelin quieren reducir la huella de carbono en todas sus plantas, disminuyendo el consumo de disolventes, de energía y de agua, así como generando menos residuos y emisiones de CO2. Con estas acciones se ha conseguido reducir el impacto en un 50 % desde 2005, pero se quiere en 2050 llegar al balance neutro, impacto cero en el aprovechamiento del agua y la eliminación total de los disolventes.
Con el neumático ya saliendo de la fábrica, llegamos al envío. El propósito de Michelin es “transportar menos, mejor y de una forma diferente”. Para ello se están buscando otros medios de transporte como vehículos movidos por electricidad o hidrógeno, así como barcos mercantes con propulsión a vela.

Una vez vendido el neumático, entra en una fase a la que Michelin da mucha importancia ya que representa según sus cálculos “entre el 75% y el 90% del impacto medioambiental de la rueda”. Para ello se buscan fórmulas para reducir la resistencia a la rodadura, aumentar su durabilidad y reducir el número de partículas de desgaste que se expulsan en la conducción. A todo esto quieren aumentar la conectividad entre el neumático y el conductor, para optimizar su uso (dar consejos sobre velocidad, aviso de control de presión bajo…).
Y finalmente llegamos hasta que se agota la vida útil del propio neumático. Aquí en Michelin se han aliado con Bridgestone para incidir en el desarrollo del ecosistema del reciclaje de las ruedas y promover la economía circular. Pudiendo transformar los desechos en nuevas materias primeras, se podrían volver a utilizar en nuevos compuestos o en otras industrias.
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