Correr en carretera puede no ser la fórmula mágica que muchos piensan. Además de un tiempo ganado mínimo, se traduce en pulsaciones elevadas, estrés añadido y un mayor consumo.

En un mundo acelerado, donde el tiempo es tan preciado como la gasolina en el depósito o los kWh de las baterías, la idea de correr en carretera se presenta como una seductora promesa de llegar más rápido a nuestros destinos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando desentrañamos los misterios detrás del volante y nos sumergimos en la realidad de la conducción acelerada? Este artículo de Auto10 no pretende ser un freno a la emoción, sino más bien una mirada reflexiva a las razones por las cuales correr en la carretera podría ser una trampa psicológica disfrazada de velocidad porque no llegamos significativamente antes por correr, solo nos lo parece.
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1.- Prioridad en la Seguridad
No existe recompensa alguna por llegar primero si se pone en peligro la seguridad propia y la de los demás. A mayores velocidades, se reduce el tiempo de detención. La pérdida de control es una realidad a alta velocidad, y las consecuencias pueden ser desastrosas.
2.- Tiempo Ganado vs. Estrés Añadido: ¿Vale la Pena?
Si piensas que correr en carretera ahorra tiempo significativo, te equivocas. Los estudios de tráfico indican que las diferencias en tiempos de viaje entre velocidades legales y correr son mínimas en carreteras convencionales. Además, el estrés asociado a la conducción agresiva puede tener consecuencias negativas.

3.- Consecuencias Monetarias de la Velocidad: Multas y consumo
Acelerar sin moderación puede conllevar a sanciones económicas considerables. La velocidad está bajo constante vigilancia y las multas llegan más rápidamente de lo que se pueda imaginar.
Además, correr implica un consumo voraz de combustible, neumáticos, frenos y demás elementos y consumibles del coche. Conducir agresivamente puede aumentar el consumo de combustible en un 15-20% en comparación con una conducción suave y constante.
4.- Estrés y Fatiga
Correr en carretera puede derivar en un estado de estrés y fatiga perjudicial para la salud. La conducción agresiva no solo afecta al vehículo, sino también al bienestar del conductor. La conducción estresante puede aumentar la fatiga y afectar negativamente la concentración. Conducir agresivamente puede elevar las pulsaciones en un 30% en comparación con una conducción más relajada a velocidades legales.

5.- Impacto Ambiental: Un Desafío Ecológico Constante
Velocidades elevadas incrementan el consumo de combustible y las emisiones de contaminantes, contribuyendo de manera significativa al deterioro del medio ambiente. La quema acelerada de combustibles fósiles libera gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), el óxido de nitrógeno (NOx), y partículas finas, intensificando el cambio climático y afectando negativamente la calidad del aire. Los datos específicos indican que cada 10 km/h por encima de la velocidad recomendada puede resultar en un aumento del 10-15% en las emisiones de CO2 y del 50% en las emisiones de NOx.
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