Cuatro reconocidos influencers de motor se han reunido para hablar de esta profesión, odiada y amada a partes iguales. Compartimos sus reflexiones para tener éxito como influencers de motor.

En el marco del MOGY Fest, cuatro influencers de motor se reunieron para hablar de esta profesión tan fascinante pero exigente.
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Para los cuatro protagonistas, la etiqueta es lo de menos. Todos coinciden en que lo importante es contar historias sobre coches, y hacerlo con autenticidad. “Estudié periodismo y me dedico a comunicar, lo llames como lo llames”, arrancó Mario Herraiz. Calero, también periodista de formación, bromeó con su "aterrizaje tardío" en las redes: “Cuando empecé a tener relevancia en internet, ya había cumplido 40”. Mientras que Sandra Zorrilla aportó una visión más fresca: “He crecido con las redes sociales y rodeada de coches. Mi contenido es mi vida real, no algo fabricado para Instagram”. Albert Fábrega, por su parte, impacto por su humildad: “No soy ingeniero de Fórmula 1. Soy mecánico. Y mi labor de comunicar nace de la necesidad de compartir ese privilegio”.
Pasar de hobby a profesión

La clave, coincidieron, fue el momento en que sus canales empezaron a generar más ingresos —y más impacto—, que sus trabajos convencionales. Mario confesó que se dio cuenta “cuando ganaba más en redes que como redactor en una web de motor”. “Cuando me pude pagar el Porsche, dije: esto va en serio”. Calero compartió su particular odisea: “Estuve 15 años intentando hacer un programa de televisión. Cuando por fin lo conseguí, descubrí que YouTube tenía más impacto que la tele. Y yo que lo despreciaba…”. Sandra agradeció el impulso inicial de Boosters a su carrera: “Empecé con cero seguidores. Hoy tengo vídeos con más de un millón de views. Y lo más importante: marcas que confían en mí”. Por su parte, Albert, siempre entre bastidores y paddocks, destacó el “choque constante entre televisión y redes sociales. Pero hay sitio para todo”.
¿Es tan bonito como parece?
No. O al menos, no sin esfuerzo. “No es cuestión de talento, sino de insistencia”, apuntó Herraiz. Calero fue aún más tajante: “Trabajo los siete días de la semana desde 2018. Sin vacaciones. Es lo que hay si quieres llegar”. Todos hablaron de la carga mental, la vida personal sacrificada y los temidos haters. Sandra fue muy clara: “He recibido mensajes diarios de acoso. Si no eres fuerte mentalmente, no aguantas”. Albert añadió: “Todo eso te curte. Hay que aprender a gestionar la crítica… incluso cuando te la hace alguien que después te pide una foto”.
¿Queda sitio para nuevos influencers?

Los cuatro lo dijeron con firmeza: sí. “Nunca ha sido tan fácil empezar como ahora. Tienes un móvil y acceso ilimitado a información”, afirmó Mario. Juanfran añadió: “Ojalá hubiéramos tenido estas herramientas en los 90. Hoy cualquiera puede empezar. El problema es que muchos se rinden demasiado pronto”.
¿Y el futuro?
TikTok, Twitch, IA… ¿hacia dónde vamos? La respuesta fue unánime: nadie lo sabe. “Lo importante es tener una voz propia, saber qué quieres contar y cómo conectar con tu audiencia”, dijo Calero. Albert alertó sobre la velocidad del cambio: “El problema es que te tiran de la alfombra en cualquier momento”.
Anécdotas y rituales
No podía faltar el momento más personal. Mario recordó cómo le firmaron un boceto del Porsche 996, o su maqueta del Supra con dedicatoria de Akio Toyoda. Sandra habló de su viaje soñado al volante de un Audi Sport Quattro de museo. Juanfran compartió la emoción de probar en exclusiva un BMW eléctrico de más de 1.000 CV. Albert valoró el reconocimiento de la gente: “Hay pilotos que han visto mis vídeos… y eso lo consigues por las redes, no por la tele”. En cuanto a manías, desde el “vamos a ello”, algo así como un grito de guerra para empezar a trabajar de Mario, hasta la improvisación total de Juanfran (“odio planificar”), pasando por la espontaneidad de Sandra o el desorden estilístico de Albert (“he salido en directo con la bragueta abierta”), todos demostraron que la naturalidad es parte de su éxito.
El resumen, en palabras de Calero: “El esfuerzo no es lineal. Es exponencial. Hay que aguantar. Porque casi nadie triunfa por su cara bonita. Esto va de currar… y mucho”.
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