Coches autónomos, realidad aumentada o comunicación entre vehículos son algunas de las tecnologías que determinarán cómo serán los coches en 2030.

La apuesta europea por los coches eléctricos es muy clara. El objetivo de reducir las emisiones de CO2 producidas por los vehículos de transporte pasa por la comercialización de coches eléctricos, aquellos que no producen gases contaminantes durante su vida útil. Aún quedan muchos retos por delante como el de la autonomía de las baterías eléctricas o la potencia de la red de carga, sin embargo la industria avanza frenéticamente con nuevos sistemas y tecnologías que marcarán el futuro de los coches en 2030.
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Baterías en estado sólido
Las baterías eléctricas en estado sólido tienen una mayor densidad energética. Esto implica que con un tamaño y peso similar a las que emplean actualmente los coches eléctricos, las baterías en estado líquido, pueden recorrer más distancia con una sola recarga. Así la industria corregiría una de las desventajas de los coches eléctricos respecto a los de combustión; la autonomía limitada.

La recarga de estas baterías también puede completarse en un tiempo más reducido pasando de 30 minutos a 10 minutos o incluso menos contando con la carga rápida a través de corriente continua. También resultan más seguras que las baterías de ion-lítio ya que el electrolito no es inflamable.
Varias empresas chinas han comenzado a investigar sobre las baterías en estado sólido. Algunos ejemplos son Nio o SAIC (propietarios de MG) además de BYD. Esta última recurre a otras soluciones en la actualidad como integrar la batería en el propio chasis del vehículo formando parte de la propia estructura.

Otros fabricantes europeos se han sumado a la idea en busca de sortear los obstáculos que plantean las baterías de estado líquido. De estos últimos podemos señalar a Toyota, al Grupo Stellantis, Hyundai-Kia, el Grupo Volkswagen o la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi.
Conducción autónoma
Varios vehículos del mercado ofrecen la posibilidad de circular a través de la conducción autónoma de nivel 1 o 2. Esto implica que el conductor debe estar presente y ser capaz de tomar el control del vehículo en todo momento. En el nivel 2, el coche puede regular una velocidad de crucero adaptada a la del vehículo que nos precede y mantenerse en el carril pero hay niveles aún más avanzados.

Tesla lleva varios años trabajando en el sistema Autopilot. Un asistente capaz de circular de manera automática una vez los pasajeros seleccionan el punto de destino. No es de serie y tiene un precio de aproximadamente 8.000 euros. Autopilot emplea varias cámaras, radares y sensores que analizan el entorno del coche constantemente aunque precisan que el conductor esté siempre al volante para retomar el control en caso de emergencia.
La empresa californiana ya ha presentado incluso su alternativa al taxi convencional con un vehículo capaz de transportar pasajeros de forma automática sin conductor. Ford tiene el sistema BlueCruise que monta el Ford Mustang Mach-e. Este último permite realizar viajes sin necesidad de mantener las manos en el volante, regulando la velocidad y la dirección automáticamente.

Probablemente durante los próximos años podamos comprobar como más fabricantes añaden la conducción autónoma de nivel 4 como un equipamiento opcional en los coches eléctricos que están por llegar hasta 2030.
Comunicación entre coches y estaciones de carga
Con el fin de mejorar la experiencia del usuario los coches eléctricos estarán conectados a un ecosistema inteligente a través de 5G para maximizar el rendimiento y la sostenibilidad. Por ejemplo: en momentos de máxima demanda, las estaciones de carga podrían priorizar la carga rápida en vehículos eléctricos con menor autonomía restante si red energética y coche intercambian esa información.

En relación con el punto anterior, las carreteras inteligentes podrían comunicarse con los vehículos autónomos para gestionar el tráfico reduciendo la probabilidad de atascos y accidentes. Este tipo de soluciones probablemente no lleguen hasta muchos años después pero ya existen proyectos que involucran elementos del coche que hasta ahora no se tenían en cuenta como el sensor de los neumáticos de Pirelli.
Paquetes de activación de pago
Aunque ya son una realidad podrían extenderse a todas las marcas. Varios vehículos incorporan prácticamente todos los sistemas opcionales de serie aunque estos están bloqueados a menos que el conductor pague una suscripción. Normalmente son activaciones temporales que conllevan una cuota mensual para poder disfrutar del equipamiento extra.

La conectividad premium de Tesla tiene un precio de 10 euros al mes en España y permite utilizar el modo centinela, navegación con tráfico en tiempo real y radares y visor de la dashcam entre otros. BMW también opta por la misma política en algunos de sus modelos como la función de control de crucero adaptativo (Driving Assistant Plus) que conlleva un desembolso de 45 euros al mes o, como alternativa, 900 euros para utilizarla de manera ilimitada.
Este modelo de venta no está exento de polémica pero podría ser una alternativa lógica en casos concretos. Por ejemplo: adquieres un coche nuevo con todo el equipamiento pero apenas te interesan unos pocos extras. A la hora de vender ese vehículo, si el nuevo propietario está interesado en todos los opcionales, solo tiene que adquirir la suscripción para utilizarlos, lo que hace cualquier unidad del mercado atractiva independientemente de su acabado.

Aparecen también incógnitas como: “¿esto significa que siempre voy a pagar?” A menos que te decidas por una suscripción ilimitada como la que propone BMW, puede que sí.
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